El edificio en el que se cometió el crimen |
La pasada semana se llevó a cabo en San Martín, provincia de Buenos Aires, otro juicio por jurados contra tres acusados de un homicidio simple y robo con armas que se destacó por su elevado nivel de litigación. Dos fueron declarados culpables y uno no culpable.
Cada día que pasa se hace más evidente que el juicio por jurados ha venido al país para elevar los estándares de cómo se deben presentar las pruebas y los argumentos en un contexto realmente adversarial.
En primer término, debe destacarse la excelente conducción del juicio por parte del juez Gustavo Varvello.
Segundo, la estricta observancia por las partes de las reglas éticas y de comportamiento profesional. En ese sentido, la fiscal Noemí Carreira, el abogado particular José Bovio y los defensores oficiales Cristian Penna y Fernando Lagares demostraron cómo es posible litigar con ardor y sin recurrir a golpes bajos, chicanas, argumentos inflamatorios y/o gritos destemplados.
Tercero, el rol cada vez más marcado del esfuerzo de las partes no sólo por presentar pruebas sólidas de los hechos, sino de cómo ejecutarlas. Sea en el examen directo como con las preguntas sugestivas en el contraexamen.
Cuarto y último, una actuación para destacar la del jurado popular. Su veredicto fue tan responsable, imparcial y racional que sorprendió gratamente a todos. El jurado demostró una notable agudeza para la determinación de los hechos en un caso complejo y dando una clase de perspectiva de género.
Los hechos: sin pruebas directas
La fiscal Carreira tras el juicio (centro), flanqueada por el juez Varvello y el defensor oficial Penna |
La fiscal Noemí Carreira llevó a cabo una tarea para nada sencilla y obtuvo un veredicto justo.
El 16 de marzo de 2020, un vecino de San Martín se topó con el cuerpo de una persona en un contenedor de basura en la zona céntrica de ese distrito. Del contenedor salía humo, lo que indicaba que habían intentado prenderlo fuego, con tanta torpeza que el fuego se había extinguido al agotarse el oxígeno al cerrar la tapa del contenedor.
Los investigadores determinaron que se trataba de Alejandro Delfino, un chef de 39 años que registraba en su DNI un domicilio ubicado a 50 metros del lugar del macabro hallazgo (departamento 6 de un edificio ubicado en Yapeyú al 2000). Luego se determinó que se trataba de un domicilio desactualizado. La víctima había vivido allí, pero para entonces ya se había mudado.
La víctima, el chef Delfino |
Concurrieron al lugar y recabaron las cámaras de seguridad del edificio. Allí pudieron detectar que tres personas (dos hombres y una mujer) sacaban el cuerpo de Delfino de uno de los departamentos del complejo (el departamento 4), seguidos por un menor de edad.
Rápidamente pudo determinarse que esas personas eran la pareja conformada por Ariel Zampolini (32) y Pamela Godoy (31), junto a Alejandro Mora (38).
Zampolini y Godoy eran una pareja amiga de Delfino y vivían en el departamento devenido en escena del crimen. Se habían conocido cuando las dos familias eran vecinas del mismo edificio de calle Yapeyú. El niño antes mencionado era el hijo de 7 años de la pareja.
Mora era un amigo de Zampolini. Se trataba del mismo hombre que, durante la noche previa al traslado del cadáver, había ingresado ilegítimamente en la vivienda de Delfino, sorprendiendo a su esposa e hijos, cuchillo en mano, para robarse una computadora y un monitor, entre otros bienes varios.
Las cámaras de seguridad municipales registraron todo el trayecto del acusado yendo desde el domicilio de Yapeyú hasta la casa de la familia Delfino y volviendo cargado con bolsas repletas de objetos.
La autopsia -llevada a cabo a las 16 hs del lunes 16 de marzo- determinó que la víctima había muerto a causa de un golpe en la cabeza con un elemento contundente. Había muerto el día anterior, tras algunas horas de sobrevida, luego de una golpiza.
Además del golpe en la cabeza había perdido una pieza dentaria y deglutido mucha sangre. También pudo determinarse que, previamente, había consumido cocaína y alcohol en cantidades industriales.
Los movimientos registrados por las cámaras de seguridad determinaron que Delfino se había topado con su muerte dentro de ese departamento. También que los tres sospechosos habían estado en el lugar.
Allí reposaba el gran problema de la fiscalía: ¿quién era el autor del ataque? ¿lo había atacado una sola persona, dos o los tres acusados en conjunto? No contaba con ninguna prueba directa de ello. Mucho menos, de la existencia de un plan criminal para llevar a cabo el homicidio con distribución de funciones, tal como de inicio se los inculpaba.
Era evidente que se trataba de personas con severos problemas de adicciones.
Delfino había llegado a esa vivienda a las 2 am del domingo 15 de marzo para drogarse junto a Zampolini, tras salir de su trabajo en la cocina de un local gastronómico de Villa Urquiza. Mora había concurrido con el mismo propósito, pero a las 11 de la mañana; estaba controvertido si llegó a compartir tertulia falopera con Delfino o, al llegar, simplemente se topó con su cuerpo en el suelo.
Nótese que el robo había sido perpetrado precisamente con el propósito de vender los bienes obtenidos para comprar más estupefacientes.
Pese a ello, tras un gran esfuerzo, la fiscal acusó a los dos hombres, Zampolini y Mora, de homicidio simple, y a Godoy de homicidio con participación secundaria.
A Mora le imputó, además, el robo con armas.
Las defensas
Las tres defensas demostraron un muy buen nivel de litigio. Sus teorías del caso fueron claras y precisas. Pero, a partir de las pruebas, no todos los casos tuvieron la misma solidez, y eso fue quedando en evidencia a medida que el juicio avanzaba.
El abogado José Ignacio Bovio, defensor particular de Zampolini, negó que su cliente fuera el agresor y señaló enfáticamente que no podía determinarse más allá de una duda razonable quién había llevado a cabo el ataque y que, por lo tanto, debía rendirse un veredicto de no culpabilidad. Pese a tener a las pruebas en contra, logró presentar con claridad su hipótesis en relación al escenario de duda reinante.
La defensa pública de San Martín tuvo una actuación digna de destacar. Además de la solidez con que presentaron sus teorías del caso, usaron apoyos gráficos para exponer sus puntos de prueba y que sus alegatos fueran claros.
El defensor oficial Fernando P. Lagares, abogado de Mora, efectuó un trabajo quirúrgico al contraexaminar al médico de la autopsia para determinar el momento del ataque y considerar el tiempo de muerte más el tiempo de sobrevida.
Para ello se valió de una línea de tiempo dibujada sobre simples cartulinas en las que ubicó a los movimientos de su defendido de acuerdo a las cámaras de seguridad
Allí pudo establecer gráficamente ante el jurado que era razonable lo alegado por Mora: cuando había llegado, Delfino yacía ya sin vida pues la golpiza ya se había perpetrado. Él no era el homicida.
La línea de tiempo usada por Lagares |
Ese medio gráfico es oro buen ejemplo de que no se requieren de grandes recursos tecnológicos para la presentación de un caso en forma clara y persuasiva.
El defensor oficial Cristian R. Penna, asistió a la señora Godoy. Logró demostrar, gracias a los movimientos registrados por los videos, plasmados en una línea de tiempo proyectada en una pantalla, que la acusada decía la verdad cuando alegaba haber estado durmiendo junto a su hijo. Los videos demostraban lo siguiente:
- Por un lado, durante la madrugada y la mañana del 15, Zampolini se movía con Delfino -quien llegó a las 2 y aparecía por última vez durante una salida a las 7.30 de ese día-. Durante el resto de la mañana del 15 se movía solo. Y finalmente, a partir de las 11 hs., se movía con Mora.
- Por otro, Godoy salió por primera vez por la tarde de ese día y en todos sus movimientos la acompañaba su hijo menor.
Imágenes de las cámaras de seguridad del edificio, que retratan el reingreso de la víctima (tras su última salida) y el acusado Zampolini a las 7.35 hs. |
En otras palabras, no tenía margen real para obrar de un modo diferente al que lo hizo en el caso concreto. No hizo lo que quiso, sino sólo lo que pudo en ese contexto de violencia de género. En realidad, Cristian R. Penna logró que el jurado viera que ella era otra víctima del mismo contexto de violencia de género, de la asimetría de poder frente al dorima y de consumo desenfrenado que se había cobrado la vida de Delfino.
La defensa pública de San Martín en equipo: Penna y Lagares junto a sus secretarios, Roger Gales y Gabriel Franco |
La conducción del juicio:
El juez Gustavo Varvello fue un engranaje clave para que el juicio llegase a buen puerto.
No sólo adoptó decisiones incidentales correctas, sino que supo balancear los planteos de las partes y aplicar estrictamente las reglas procesales que rigen al juicio por jurados con firmeza y calidez de trato.
También tuvo templanza y racionalidad en la conducción del juicio, demostrado cuando tuvo que instruir al jurado sobre las diferentes opciones de veredicto. No era fácil el tema, ya que eran tres acusados, con defensas muy marcadas para cada uno y acusaciones diversas. Los delitos menores incluidos fueron fundamentales y el juez lo resolvió de forma impecable.
Las opciones fueron las siguientes: homicidio simple en coautoría, homicidio con participación secundaria, homicidio en agresión y homicidio preterintencional. Además, respecto del acusado Mora, existía la acusación por robo con armas y Lagares pidió el delito conexo de encubrimiento agravado (por incinerar el cadáver).
El juez Varvello y sus secretarias Cecilia Macchi y Mónica Marchesi |
El jurado
Tras ello, los doce jurados pasaron a deliberar, llevando consigo los tres formularios de veredicto (uno para cada acusado) y teniendo a su cargo la difícil tarea de efectuar determinaciones concretas en un caso carente de pruebas directas, basados solo en evidencias circunstanciales.
Tras dos horas de deliberaciones, el jurado anunció haber llegado a un veredicto. El tribunal convocó a las partes y el juez ordenó que todos se pusieran de pie para recibir al jurado.
La presidenta del jurado, una elegante contadora pública, se puso de pie, dio un paso al frente, y leyó el veredicto unánime:
- "Nosotros, el jurado, encontramos al acusado, Ariel Zampolini, culpable del delito de homicidio simple, en carácter de autor, de acuerdo al requerimiento de la acusación".
- "Nosotros, el jurado, encontramos a la acusada, Pamela Godoy, no culpable" -tal como lo había solicitado el defensor Penna-.
- "Nosotros, el jurado, encontramos al acusado, Alejandro Mora, culpable del delito de robo con armas".
- "Nosotros, el jurado, encontramos al acusado, Alejandro Mora, culpable del delito de encubrimiento agravado" -conforme a una acusación alternativa, en la que se había apoyado el defensor Lagares-.
Los veredictos sorprendieron gratamente a las personas presentes, incluidos los deudos del chef Delfino. La tensión en el juicio era evidente, ya que para ellos los tres eran homicidas, incluida Pamela Godoy. Pero cuando el jurado rindió sus veredictos, los conflictos cesaron e, inclusive, aceptaron que Mora le robó pero que no lo mató y que Pamela Godoy no pudo actuar de otro modo.
Otra vez (y ya van unas cuantas) el jurado demostró la responsabilidad que caracteriza a la ciudadanía cada vez que es llamada a cumplir con esta carga pública. Pero también la sabiduría necesaria para efectuar una aguda determinación de los hechos y dar a cada uno lo suyo (justicia). Supo deslindar responsabilidades de acuerdo a lo que las pruebas indicaban.
De acuerdo a la determinación del jurado, fue Zampolini quien, tras una gira de varias horas de consumo de drogas, agredió a su compañero de consumo Delfino durante la mañana del domingo 15 de marzo y lo dejó agonizando.
Cuando Mora llegó, Delfino ya había sido atacado y se encontraba muy probablemente muerto, circunstancia que aprovechó para ir a robar a su casa con la finalidad de conseguir dinero para comprar más falopa.
Pamela Godoy y su hijo se toparon con la macabra escena al despertar por la tarde de ese día.
La gira alucinógena de Zampolini y Mora siguió durante todo el día, mientras Pamela Godoy no sabía qué hacer, hasta que avanzada la madrugada del 16 de marzo le ordenaron abrir la puerta para sacar el cuerpo y depositarlo en el contenedor de basura en que fue encontrado a la mañana siguiente.
Todavía hay gente que mantiene reservas respecto de la capacidad del jurado para decidir con perspectiva de género. Este jurado demostró -otra vez- lo que era obvio: que los jurados, cuando el litigio es correcto, está bien conducido, se respetan las reglas éticas de la abogacía y se explica correctamente el derecho relativo a la violencia de género, pueden juzgar perfectamente bajo los estándares de Belem do Pará.
Leer noticias sobre el caso:
- La Nación (18/03/2020): San Martín: hallan el cadáver de un chef en un volquete y hay dos detenidos [Ver]
- El Ancasti (18/03/2020): Detienen a una pareja por el asesinato de un chef [Ver]
- Clarin (17/03/2020): El caso del chef hallado muerto en un contenedor y una versión que no cierra [Ver]
- Info Cielo (17/03/2020): Horror: encuentran a un hombre muerto, desnudo y con quemaduras en un volquete [Ver]
- Aire Digital (17/03/2020): Hallaron a un hombre asesinado a golpes en un tacho de basura, detuvieron a una pareja y su declaración fue "dudosa" [Ver]
- Bing Bang News (17/03/2020): Horror en San Martín: encontraron un cuerpo golpeado y quemado dentro de un contenedor de basura [Ver]