La víctima y su hija Ana Laura |
El misterio de la pileta: ¿un crimen disfrazado de accidente?
"El día de la muerte llovió de forma torrencial. Para la familia, Manzanares fue asesinada y montaron la escena de un accidente. Aseguran que, en ese disfraz, colocaron un cigarrillo de los que fumaba Manzanares al lado de la pileta. También se encontró un par de zapatillas que usaba poco, y un par de lentes. Todo al lado de la pileta. A pesar de la lluvia intensa, sostiene la familia, el cigarrillo apenas se mojó, y sólo por el pasto húmedo, no por la caída directa del agua. La familia pide que se investigue el caso como un homicidio y que el dueño del terreno brinde explicaciones. Mientras tanto, el misterio de la pileta sigue, y no se sabe aún cómo murió Cristina. Según los hijos, tenía signos de haber sido golpeada fuera del agua, para luego plantar el cuerpo en la pileta. Para colmo, la sangre de la víctima y su remera desgarrada, no aparecen. Eran dos pruebas vitales para saber qué pasó."
Así tituló y escribió Mauro Zeta su crónica periodística de 2014. Pero el fiscal Martín Zocca no lo logró. En ningún momento del debate pudo enderezar, casi 9 años después, una investigación que fue desastrosa.
El jurado, por abrumadora mayoría de 10-2, decidió que la fiscalía no había probado más allá de toda duda razonable la autoría en la muerte de María Cristina del matrimonio imputado, integrado por Fabián Vitasse y su esposa Juana de la Cruz Szaran.
LA ACCIDENTADA INVESTIGCIÓN
Fue un causa accidentada desde el mismo instante en que comenzó. María Cristina Manzanares fue hallada muerta en la pileta de la casa que alquilaba en Los Cardales el 1° febrero de 2014.
Si bien el forense que sacó a María Cristina de la pileta dijo que se trataba de una muerte violenta, que era un suicido y que tenía golpes, marcas de haber sido arrastrada y arañazos, el fiscal instructor de ese entonces, Camilo Quiroga, no lo creyó así.
Investigó siempre el caso como un accidente y caratuló la causa como "averiguación de causales de muerte". La causa estuvo así por años.
La familia se desesperó e inició una lucha por torcer el rumbo de la investigación. Ellos estaban convencidos que el asesino era el dueño de la casa, a quien María Cristina le alquilaba.
El fondo de esa casa daba a la casa del propietario, único imputado en la causa junto a su esposa. María Cristina vivía sola, y ya tenía una historia de intimidaciones y acoso sexual por parte del dueño de la casa.
El único imputado, que le alquilaba la casa, nunca estuvo detenido. Es el dueño de una conocida pizzería en Los Cardales, y tiene antecedentes por acoso sexual y violencia de género.
Pero nada de eso conmovió al fiscal, que según la familia seguía ignorando pruebas y circunstancias en una causa que navegaba a la deriva. Se investigó mal, se perdieron pruebas, se tomaron mal las huellas y rastros en la escena del crimen, y hasta desapareció misteriosamente la ropa que vestía la víctima el día del asesinato. Nadie supo bien qué sucedió ahí y porqué el fiscal se empecinó en esa postura.
Marcha para activar la investigación |
En ese momento empezó la lucha de los hijos de María Cristina clamando por justicia, y se transformaron en los únicos impulsores de la investigación. "Sin quererlo fuimos policías, abogados y fiscales. Conseguimos testigos, buscamos pruebas, denunciamos la inoperancia y la desidia. Nuestra desesperación y soledad era absoluta", recuerda desencajada Ana Laura Mussi, la hija de María Cristina, que junto a sus hermanos se cargó el proceso sobre sus espaldas.
"Al principio nadie nos creía, hasta que de a poquito la gente de Los Cardales empezó a ver que aparecían testigos, y aparecían datos que apoyaban nuestra versión. De a poco nos empezaron a apoyar y espontáneamente se acercaba gente y nos contaba algún detalle nuevo, o simplemente nos apretaban la mano y nos deseaban mucha fuerza. Así fue que hicimos varias marchas pidiendo justicia, con el acompañamiento de mucha gente que no quiere que en Cardales ande suelto un asesino."
Pero la causa seguía igual durante años, hasta que el fiscal Quiroga, acosado por las múltiples denuncias por mal desempeño en esta y muchas otras investigaciones, renunció a su cargo.
Tomó la causa la fiscal Irene Molinari y la investigación tomó otro rumbo. Se volvieron a practicar pericias, se recolectaron nuevas pruebas y se tomaron nuevos testimonios. Pero la desidia inicial y el largo tiempo transcurrido no fueron gratis. No había pruebas directas o mínimamente vinculantes de la autoría.
El juez Guillermo Miguel Guehenneuf dirigió el debate. El experimentado fiscal Martín Zocca, ante la falta clave de pruebas de rastros, ADN y pruebas físicas materiales intentó en todo momento vincular al matrimonio con el asesinato por dos vías: una, por los alegados acosos y propuestas sexuales que el marido le hacía a María Cristina. Por el otro, apeló al indicio de cercanía, ya que la casa era del matrimonio. Le pidió al jurado, ante la falta de pruebas, que llegue a la condena por deducción. El fiscal especuló que, al menos, podría lograr la condena del esposo, ya que la prueba contra la mujer era casi inexistente.
Sin embargo, la labor de los defensores oficiales Flavio Aguila y Fabiana Florentín fue muy sólida. Hicieron que sus dos defendidos declararan largamente ante el jurado y en todo momento hicieron valer la ausencia casi total de pruebas de la autoría. Por supuesto, ambos acusados clamaron por su inocencia y que no tuvieron nada que ver en dicha muerte.
Finalmente, tras varias horas de deliberación, el jurado declaró no culpables a ambos acusados.
Leer noticias aquí:
- Minuto Uno (1/5/14): "El misterio de la pileta: ¿un crimen disfrazado de accidente?" (ver)
- Télam (17/8/14): "Los hijos de una mujer hallada muerta en una pileta exigen que la causa sea caratulada como homicidio" (ver)