Cristian Penna, defensor oficial y una espectacular absolución |
Terminó ayer con un veredicto unánime de no culpabilidad del jurado el juicio que se siguió contra Alejandro García, un hombre inocente del crimen de una viejita en Joseph Lion Suárez. El joven, indigente y extremadamente vulnerable, estuvo dos años preso. Hoy es libre gracias al jurado y a la gran labor de su defensor oficial, Cristian Penna.
LOS HECHOS
En el año 2017, en la localidad de José L. Suarez ingresa un hombre al domicilio de una abuelita de 92 años, la Sra. Mayer. Ese hombre la golpea en la cabeza con un fierro y termina muriéndose una semana después en el hospital.
Hubo un testigo directo. Un familiar que llegaba de trabajar ve al atacante dentro de la casa de la abuela. Lo ve cara cara y logra irse por la casa de un vecino.
Este único testigo directo nunca identificó quién era el atacante, ni pudo reconocer al imputado en rueda de presos. "No es ninguno de estos", dijo.
Los chismes del barrio y de los familiares de la abuela sindicaron a Alejandro García. El imputado era el sobrino de una novia de un familiar de ahí de la abuelita. Sólo porque este muchacho Alejandro García estaba en situación de calle y abusaba de sustancias estupefacientes fue detenido y acusado del crimen. Direccionaron toda la investigación policial por prejuicios en contra de los drogadictos y de los pibes en situación de calle.
Reiteramos: no hubo ningún testigo directo, salvo esta persona que no lo reconoció ante el jurado. Había videos de vigilancia, pero que tampoco identifican la cara del agresor. Todo el caso de la fiscalía se sostenía en los prejuicios de esta familia. Por eso terminaron metiendo preso a este pibe y estuvo dos años preso sin sentencia.
Hasta que llegó el caso a manos del defensor oficial Cristian Penna, quien se vistió de superhéroe y puso al servicio de los más necesitados su amplia experiencia en litigación ante jurados populares.
Robin Penna |
EL JUICIO
El juicio fue presidido por el el juez Javier Antonucci. La acusación estuvo a cargo de la tenaz fiscal Mariana Piwarczuk. Ella tenía a su cargo levantar un caso en donde no había testigos directos y en donde la imputación se basaba en testimonios de oídas.
El defensor oficial y la fiscal Piwarczuk |
La bisagra que motivó al jurado en su veredicto fue primero entender la situación de vulnerabilidad del imputado. Segundo, que el único testigo directo no reconoció a Alejandro García.
Tercero, de que las cocineras del Hogar del Padre Pepe "Hogar de Cristo", mundialmente célebre por su extraordinaria obra en favor de los pobres y los desamparados, vinieron al juicio a declarar que, el día del hecho, Alejandro García estaba desayunando a la hora del hecho en el comedor de ellos. Para el jurado el juicio se terminó aquí.
Lo dramático es que todas estas pruebas fueron las mismas con los que mantuvieron preso injustamente a García dos años.
El Hogar de Cristo del Padre Pepe |
Tras la absolución del jurado, el imputado debió haberse ido en libertad allí mismo desde la sala de audiencia. No obstante, fue esposado nuevamente y llevado al penal de Devoto para que desde allí le dieran la libertad.
Estas cosas deben corregirse a futuro y no repetirse. Es una seria anomalía. El veredicto del jurado es definitivo y debe cumplirse en el acto. Según nos cuentan los observadores, al jurado no le gustó nada ver que esposaban de nuevo a la persona que ellos habían declarado inocente.
Como será que, según informó la defensa, el hombre fue liberado a altas horas de la noche en Devoto y la gente del Padre Pepe tuvo que ir a buscarlo para darle de comer y un cuarto para pasar la noche, ya que no tiene hogar.
El juez Antonucci al centro, la secretaria Carla Iorio y el secretario Roger Gales. A la izquierda, las oficiales de custodia del jurado. |