En un juicio por jurados realizado en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, la fiscal Marcela Dimundo acusó a un hombre por haber asesinado a un vendedor de drogas, quemándolo vivo y llevándose sus pertenencias mientras agonizaba.
El jurado arribó a un veredicto de "culpable de homicidio agravado por alevosía" (por unanimidad) y de "culpable de hurto calamitoso" (también por unanimidad).
Fiscal Marcela Dimundo |
El juicio fue presidido por el juez Jorge Caminos, del Tribunal en lo Criminal Nº 3 local. El defensor oficial fue Roberto Fernández.
Los hechos ocurrieron el 29 de abril de 2016 entre Rafael Calzada y Claypole (pertenecientes al departamento judicial de Lomas de Zamora)
La víctima fue Oscar Agustín Lucero, un remisero del supermercado Coto de Temperley, quien durante los últimos tres meses de su vida había comenzado a repartir estupefacientes con su auto. Cumplía funciones como "delivery", tal como se lo denomina en la jerga narco-policial.
El acusado, Diego Benítez, estaba furioso pues, a su criterio, en anteriores oportunidades Lucero le había cobrado demasiado dinero a cambio de drogas que no habrían tenido una calidad que lo ameritara. "Esto no pega", pensaba, al tiempo que alimentaba una obsesiva sed de venganza contra su proveedor quien, según entendía, lo había estafado.
Por eso, ese día, requirió nuevamente los servicios de Lucero, pero ya no para comprar drogas, sino para ejecutar su venganza y "ajustar cuentas".
Con el pretexto de necesitar un viaje, se subió al remís junto a otra persona nunca identificada, portando un bidón con combustible.
En un momento del viaje lo obligaron a desviarse hacia un descampado de Claypole. Lo hicieron descender del vehículo, lo rociaron con el combustible y lo prendieron fuego.
Lo quemaron vivo y allí lo dejaron agonizando, mientras huían del lugar en el auto de la víctima, apoderándose de todo su stock de estupefacientes.
Lo quemaron vivo y allí lo dejaron agonizando, mientras huían del lugar en el auto de la víctima, apoderándose de todo su stock de estupefacientes.
Tras deliberar, los jurados arribaron a un doble veredicto unánime:
- Culpable de homicidio agravado por alevosía.
- Culpable de hurto calamitoso.