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viernes, 23 de marzo de 2018

SAN MARTíN: Veredicto de no culpable en un hecho inexistente de abuso sexual

Momentos de intensa emotividad se vivieron ayer en los Tribunales de San Martín. Tras tres días de debate y cinco horas de deliberación -que se hicieron eternas- el jurado volvió a la sala y pronunció su inapelable veredicto:

"Nosotros, el jurado encontramos al acusado Roberto M. Castro NO CULPABLE"


Castro -quien desde el primer momento en que fue detenido manifestó su inocencia frente a tan grave hecho de abuso sexual- se quebró y empezó a sollozar de la emoción.

Sus familiares, que colmaron la sala, estallaron en vítores, aplausos y emocionados abrazos. El calvario de Castro había llegado a su fin. Luego de dos años y dos meses de detención, durante los cuales sufrió todo tipo de maltratos en prisión por la falsa imputación de ser un ofensor sexual, se retiró de la sala como hombre libre.

La fiscalía, a cargo de Vanessa Leggio, acusó a Castro de haber abusado sexualmente de su hijastra de doce años, practicándole sexo oral e introduciéndole un dedo en la vagina y en la cola. El hecho habría ocurrido una sola vez el 24/01/16 en Grand Bourg. Sus pruebas fueron el relato de la menor,  un reconocimiento médico que evidenciaba lesiones genitales pero que no pudo especificar la antigüedad de las mismas (dato que resultaría decisivo al final del juicio) y el previsible informe de las psicólogas de la fiscalía acerca de que el relato de la niña era coherente y que no fabulaba. Quedó descartado por inverosímil el testimonio de la madre, quien en la instrucción declaró haber presenciado los hechos. 

La teoría del caso de la fiscalía fue impecablemente ejecutada por la fiscal Leggio.

Sin embargo, Castro logró ser absuelto gracias a la extraordinaria labor de su defensora oficial María Luba Lazarczuk. Su estrategia de defensa fue simple, pero muy efectiva: decidió mostrarle al jurado "el gran cuadro" de la historia de vida de la menor y de su madre, en vez de la foto recortada de los hechos en juicio. Le exhibió al jurado el rompecabezas íntegro de la historia, en vez de sólo una de las piezas. Es decir, ejecutó de manera magistral el abecé de la litigación adversarial: una narrativa sólida y proposiciones fácticas certeras.

De esta manera, logró probar las seis proposiciones fácticas centrales de su teoría del caso, a saber:

1) Que los hechos no existieron y que fueron un invento de su madre.

2) Que la menor fue efectivamente abusada en el pasado, de manera reiterada y de la misma forma en que lo relató, pero por su abuelo, su primo y otros familiares. 

3) Que la niña y la madre ocultaron estos reiterados abusos inclusive a la fiscal y a sus peritos pero, en el contraexamen, tuvieron que admitirlos. De este modo, la pericia psicológica oficial no contó con este dato central en oportunidad de determinar si la niña presentaba indicadores de abuso sexual. 

4) Que la madre Jessica Velázquez, paraguaya y 20 años menor que Castro, quería separarse de él con la condición de que Castro no viera más a la bebé que tuvieron en común, a lo que se él se negó enfáticamente.

5) Que la madre tuvo tres parejas anteriores y tres hijos a los que logró quitarle el contacto con sus padres biológicos mediante causas diversas.  


6) Que el falso relato de la menor, entonces, fue una manipulación de su madre para que proyecte esos hechos del pasado en el presente y así sacarse de encima a Castro y quedarse con la bebé.


La defensora Luba Lazarczuk y la fiscal
Vanessa Leggio, esperando el veredicto

El juicio fue conducido en gran forma por la juez María Inés Piñeiro Bertot. No era para menos, pues ambas partes litigaban con intensidad, en un ejemplo de la superioridad para alcanzar la verdad que posee un juicio verdaderamente acusatorio.

Resultó clave para el veredicto de no culpabilidad el testimonio experto de la perito de parte que presentó la defensora oficial. A la licenciada Anabela Paternostro, con especialidad en piscología jurídica y forense, le llamó poderosamente la atención la similitud casi calcada entre el hecho relatado en el juicio con el abuso sufrido por la niña un año antes a manos de su abuelo materno.

De tal manera, sostuvo que era perfectamente posible la manipulación del relato de la niña por parte de su madre.

En lo que resultó una estocada final para la acusación, la perito oficial de la fiscalía reconoció no haber sabido nada de los abusos anteriores, como tampoco haber leído el dictamen en disidencia de la Licenciada Paternostro.

Además, durante el contraexamen a la madre de la menor, Jessica Velázquez incurrió en notorias contradicciones que fueron decisivas para el jurado. No pudo explicar porqué tardó dos días en hacer la denuncia, ni porqué no llevó a la niña inmediatamente a un hospital a que la examine un profesional. Como tampoco pudo explicar si la niña tenía o no ropa interior, elementos que siempre resultan claves para acreditar un abuso sexual.

Con lo cual, la existencia misma del hecho -no ya de la autoría del acusado- no pudo ser comprobada más allá de duda razonable.

Con posterioridad al debate, la AAJJ interrogó a la Dra María Inés Piñeiro Bertot acerca del veredicto. La jueza respondió que, si bien el caso estaba abierto, presentaba bases importantes para la absolución.